Secretos de hoteleros: fantasmas en los hoteles

Dicen que no existen los fantasmas en los hoteles…..pero que los hay, los hay.

Cuando empece a trabajar en la hotelería no creía en fantasmas. Me parecía que todo era un gran invento que uno se hacia en la cabeza.

Los primeros rumores de la existencia de fantasmas en los hoteles me llegaron un mediodía, conversando en el comedor de personal del hotel donde trabajaba. Había cierta suite que tenia actividad paranormal, a tal nivel, que ninguna de las mucamas quería ir sola a trabajar allí.

Cuentan quienes han estado en esa suite que las canillas se abren y se cierran solas. O que mientras las mucamas limpian el baño, se enciende la TV. Pero este fantasma, al que llamaron “Benito”, no solo le gustaba asustar a las mucamas: también molestaba a los chicos de mantenimiento: prender y apagar lamparas, quemar foquitos de luz y romper controles remotos eran algunas de sus diversiones.

Así es como me fui enterando de Benito y sus travesuras. Hasta que un día….lo conocí.

Con un equipo de trabajo teníamos la responsabilidad de armar la pre-apertura de un nuevo hotel de la cadena, y a nuestro cargo estaba la capacitación del nuevo personal. Para eso, la gerencia dispuso que tomáramos la suite y la transformemos en oficina, así teníamos la comodidad necesaria para trabajar largas horas.

Y así fue como pasábamos todo el día trabajando, armando capacitaciones, escribiendo manuales y demás material para las nuevas incorporaciones, desde la mañana hasta bien tarde en la noche. Generalmente no teníamos tiempo para bajar al comedor a cenar, por eso pedíamos room service y seguíamos trabajando.

En una de esas noches, cuando esperábamos que llegue la comida, todos mis colegas se fueron a buscar materiales de trabajo a otras oficinas, y me dejaron sola. Al rato de estar sola, alguien golpeó la puerta. “Adelante!”, exclamé. Pero nadie entró. Volvieron a golpear, mas fuerte y mas insistentemente. “Adelante!”, exclamé nuevamente. Al ver que nadie entraba, fui rápido a abrir la puerta….para encontrarme con un pasillo de 100 metros, totalmente vacío. Pensé que se trataba de una broma, así que no le di mas importancia. A los minutos, escucho ruidos en la habitación de al lado. Me levanto a ver qué era….y no encontré nada. Al regresar a mi computadora, me encontré con un paquete de cigarrillos sobre el teclado….que nadie había dejado, porque la puerta estaba cerrada y yo seguía sola en esa suite.

Al regreso de mis colegas, no comenté nada. Pero a partir de ese momento me aseguré de no quedarme sola nunca más.

Cuando al día siguiente le cuento a las mucamas mi experiencia, de manera unánime sentenciaron:

“Le caíste bien a Benito. Por eso te dejó de regalo los cigarrillos”.

No se si fue cierto o no lo que me dijeron. Lo cierto es que nunca mas fui a esa suite. Y los cigarrillos….nunca los fumé.

Perdoname, Benito.